Decía mi admirada Teresa Parodi, en su disco que da título al post de hoy, “nos han robado hasta primavera, pero no pueden con nuestra canción”.
Estos días de estos días de aislamiento social, las canciones de tantos cantautores expresan mucho mejor de lo que algunos somos capaces , las emociones que estamos sintiendo. Pablo Milanés, Víctor Jara, Roberto Carlos, Aute (¡Ay Aute!) No me canso de oírlos.
En el año 2001, compartí en Argentina, con muchos amigos de allá, la vulnerabilidad que sentían en plena crisis del corralito. Surgieron muchos movimientos internacionales de ayuda y complicidad social con aquella sociedad dolida y machacada por una crisis económica que sumió al país en una situación tremendamente difícil y que nuevamente aumentaba la diferencia de clases. Entonces, parecía que, aquello, sólo podía pasar en latinoamérica.
Tenía por aquel entonces Ingeniería Sin Fronteras, también, un proyecto en Tanzania de potabilización de agua para frenar brotes de cólera que arrasaban a la población, en el que necesariamente se capacitaba a los habitantes en higiene básica, en lavado de manos.También se creía, que esa formación, era solo necesaria en el continente africano.
Justo en esos años, muchos compañeros y hoy amigos, de los movimiento sociales, dábamos charlas en colegios, universidades y donde fuere, impulsando campañas de sensibilización social, como fue el movimiento estatal, organizado por la Coordinadora de ONG para el Desarrollo España, los Objetivos del Milenio, Pobreza Cero.
Nos esforzábamos en explicar, que, existía un solo mundo, una sola fuente de recursos y que los problemas de los países empobrecidos, eran nuestros problemas. Que no había fronteras para la justicia social, y que lo único que faltaba era voluntad de los gobernantes y lobbies económicos.
Fue una campaña avalada por la ONU, y que, por primera vez, mostraba, metas medibles y alcanzables, pero donde los mismos firmantes, lejos de creer su urgencia las planificaron para el 2015. Y lo más triste, llegada esa fecha y el no cumplimiento, lo aplazaron a lo que ahora conocemos como Agenda 2030, los Objetivos de Desarrollo Sostenible. Objetivos de necesidades básicas para el bien común demorados de forma reiterada.

Hace menos de un mes, los países enriquecidos, hemos sentido la bofetada de la vulnerabilidad, de golpe, sin esperarlo, creyéndonos equivocadamente inexpugnables.
Paradojas de la vida, que las metas incumplidas, los largos plazos, las voluntades a medias, son las que nos ponen, hoy, en primera línea de informativos y nos obliga ahora a recibir capacitación de la simple, de la que nunca creímos necesitar, de la de lavarnos las manos.

Cubrir las necesidades más básicas del ser humano, ha dejado de ser un ejemplo de terceros en las charlas de tantos inconformistas, para convertirse en una dolorosa y cercana realidad.
Estos días, he hablado y reflexionado mucho con aquellos jóvenes, hoy adultos, que siguen sin callar ante la injusticia social. No cabrían sus nombres en este post, y, además, sé que huirían de protagonismo, pero vaya mi homenaje a todos ellos, a las horas de emociones compartidas.en esas campañas, al compromiso y al mensaje que transmitíamos a pesar de no ser escuchados con seriedad.
El canto no cesa, amigos, teníamos razón, más de la que me hubiera gustado, cuando gritábamos que el hombre era capaz de llegar a la luna, pero no de cubrir las necesidades básicas de la humanidad.
Se ha escrito muchos estos días, sobre el gran cambio que vamos a experimentar todos, en nuestros valores, y quiero pensar que así será. Sin embargo, en las entidades sociales, no nos podemos conformar, como no hemos hecho nunca, con esperarlo.
Querría contribuir hoy, a apoyar a tantas asociaciones, ONGS, que practican la solidaridad duradera, de esa que se queda cuando pasa la tormenta.El miedo de estos días se irá minimizando, la mayoría de la sociedad volverá a sus quehaceres, pero no deberíamos permitir, que prime el egoísmo del sistema capitalista que confunde bienestar económico con bienestar social.
Hay muchas formas de colaborar y participar en la sociedad para un mundo global más amable y sencillo para todos. Y se está o no se está. No caben las medias tintas.
Que de poco sirve ahora venderme como solidario con mi vecino, si mañana, que está aquí mismo, sigo metido en mi burbuja acomodada de desprecio y olvido a los que no pueden vivir como yo.
Solidaridad real, no es darle a “me gusta” en las redes cuando leo noticias de la labor incansable de Cruz Roja, para luego ser incapaz de colaborar económicamente o como voluntario en sus proyectos.
Solidaridad real, no es decir sentir pena cuando veo las largas colas del comedor social de Jesús Abandonado, pero luego no ofrecer ayuda en primera persona.
Solidaridad real no es, aplaudir que existan tantas otras ONGs, pero poner mil excusas y no aportar recursos para que sigan trabajando.
Invito desde aquí ,a que esta vez, ahora que la vulnerabilidad personal nos ha hecho llorar de desesperación, empezar a empatizar, con decisión, con los que lloran mucho más a menudo.
Se puede colaborar, además de con aportes económicos,entrando en la web de la Coordinadora de ONG para el desarrollo e interesándome implicándome en el trabajo que están haciendo , análisis interesantes y mensajes de complicidad en red que no debes perderte.
Podemos aportar leyendo los informes que se publican en plataformas como EAPN, o la Plataforma del Tercer Sector, y exigir que se les tenga en cuenta en las medidas sociales que los gobernantes anuncien.
Participaremos con sensibilización práctica, si denunciamos y no permitimos mensajes de odio y racismo hacia los diferentes.
Contribuiremos con honestidad si, pagamos nuestros impuestos para que se puedan dedicar partidas a integración social.
En fin, tantas y tantas cosas se pueden hacer desde ya, que si no participamos, es simplemente, por falta de voluntad, de esa que también carecían los gobernantes de la ONU en las campañas de erradicación de la Pobreza.
Así que, te animo, convencida como cuando participaba en la difusión de los Objetivos del Milenio, de que otro mundo es posible, a que des el paso hoy mismo.
Ya sabemos que los aplazamientos no nos han llevado a buen puerto.
Como siempre, ya lo sabes, si quieres hacerme llegar tu forma de colaborar, o quieres que te ayude a decidir en qué proyecto puedes ser útil, no dejes de escribirme. Estaré, confinada, pero muy contenta de poder echarte un cable.
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