En momentos de crisis no hace falta gritar, pero sí alzar la voz.

Tiempo de lectura: 3 minutos

He hablado mucho  estos días de incertidumbre y tristeza, con amigos y compañeros del activismo social.

Y en medio del “salvase quien pueda” me he encontrado conversaciones amables  de reflexión, de preocupación y de una solidaridad que va más allá de no besar a mi conciudadano.

Porque son muchos los que hoy susurran, pero con fuerza, que lo peor no es estar confinado en un cuarto, con la nevera llena y miles de objetos en las estanterías.

La peor parte se la llevan hoy, además de los que trabajan contra viento y marea para los demás,   muchos colectivos en exclusión social, gente con pocos recursos,  que  apenas  son nombrados en los informativos  porque son minorías invisibles  cuando el miedo se siente en primera persona.

Menos mal que hay entidades y redes que se encargan de darles voz. El informe de la EAPN España(European Anti-Poverty Network), “Implicaciones Sociales del Coronavirus” publicado el jueves , que me ha mandado mi amigo Juan Antonio de Cruz Roja  Murcia y que puedes leer aquí debería circular por las redes igual que circulan los chistes ingeniosos de carros llenos de natillas o papel higiénico.

Y es que  hay  que datos que deberían ayudarnos, al menos, a reflexionar sobre nuestra vida en burbuja, cuando nos quejamos desde nuestro sofá, de que tener 15 días al chiquillo entretenido,  puede ser una debacle.

Otros niños  que dependen de desayunos y comidas en los colegios, probablemente estos días no se pelearán por que no quedan magdalenas de chocolate, porque  desayunaran poco o nada; habrá  adolescentes sin internet ni ordenador en casa, ya no para matar el tiempo, sino tan siquiera para seguir clases (la  maldita brecha digital, que aun deja al 5% de la población española sin acceso  a las tecnologías);

Y claro, también habrá  extranjeros en situación irregular, que además de ser mirados con recelo aunque no vengan de Italia,  no tienen facilidad de asistencia sanitaria en algunas comunidades y quizás algunos de ellos, hasta engorden las cifras de gente que vive en la calle en los que el miedo por el  riesgo de contagio es tan importante como el que no le cierren el comedor social.

Si fuéramos capaces de empatizar con todos ellos, sólo un poco, podríamos practicar un ratito estos días la solidaridad mental.

Menuda comodidad, diréis. Solidaridad sólo con la mente. Pues sí, existe  y es necesaria y complementaria a la que podemos practicar cuando esto pase y volvamos a llenar de alegría las calles.

El álbum ilustrado que hoy os comparto y recomiendo, es un impulso con sonrisa, como no podía ser de otro modo en este rincón, a  alzar  la voz.

di algo 6cf7df52 500x493 - En momentos de crisis no hace falta gritar, pero sí alzar la voz.
¡DI ALGO! de Peter H. Reynolds. Editado por RBA

 

Peter H Reynolds, nos anima a decir cosas con el corazón. A no callar ante las injusticias, a  cambiar el mundo con pequeñas acciones, con palabras , con creatividad y valentía para  inspirar a otros que quizás no son conscientes de sus privilegios.

 

 

Que si en vez de mandar odio y quejas por las redes, dedico un momento a compartir realidades fuera de la burbuja, estoy contribuyendo hacer visible lo invisible, y que si cuando este pase, me acuerdo y colaboro con alguna entidad social con la misma energía con la que me iré al bar a celebrarlo,  la sociedad  será un lugar más acogedor para todos.

En internet puedes ver imágenes del libro, incluso puedes adquirirlo como e-book. Así que si te apetece un rato de conciencia social bonita, inspiradora, no dejes de echarle un vistazo. Es de esos álbumes ilustrados  redondos,para disfrutar y emocionarte con cada página.

Yo hoy, he intentado DECIR ALGO, y tú, ¿Te animas?

 

 

Aquí puedes contarme lo que quieras.

Este sitio usa Akismet para reducir el spam. Aprende cómo se procesan los datos de tus comentarios.