El rendimiento de cuentas se corto para medir eficacia.

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El compromiso que establecemos con quien sea en nuestras organizaciones  día a día, lleva implícito, o puede que no, rendir cuentas. Un poco estresante me parece.

Llevo varios días dándole vueltas a que no me gusta mucho el concepto de rendir. Diría que incluso me parece algo prepotente y que se carga de un plumazo la confianza hacia los demás de la que tanto nos gusta hablar cuando de trabajo en equipo se trata.

La propia RAE, dice que significa, dar a alguien lo que le toca, pero también dice en su segunda acepción que el significado puede ser ,  someter algo al dominio de alguien. Vaya tela, va a ser que por eso me chirría.

En los proyectos sociales con dinero público o privado, tenemos la obligación de justificar las acciones realizadas y demostrar la eficiencia.Es decir, haber llegado a cumplir los objetivos con los recursos bien utilizados.

Hasta aquí podría parecerme hasta justa la obligación, pero lo que me cuesta tragar, es que, presentando un balance económico impecable, los financiadores sean capaces de respirar tranquilos porque su inversión haya sido bien empleada.

Y es que ya lo siento, pues sería mucho más fácil, pero una excel cuadrada no es, ni de lejos, sinónimo de eficacia.

Eficacia, etimológicamente se refiere a logro, y el dinero invertido es sólo una herramienta más para alcanzarlo. El balance, la evaluación, debería estar basada en términos mucho más amplios que realmente midan éxito, transformación, felicidad.

Datos nada vacíos que han de conocer y compartir todos los implicados en el trabajo, los voluntarios, técnicos, financiadores y casi en primer lugar, los propios beneficiarios. La razón misma del proyecto.

Indicadores que suenan a la Teoría económica del Bien Común, sobre la que charlábamos el otro día con el maravilloso pensador y psicólogo Félix Castillo, con mis amigos de Influye Talento y Desarrollo, y otros tantos inconformistas con los que sigo disfrutando de espacios de reflexión compartida y complicidad por aprender a generar situaciones de autogestión y cambios. Qué momentos más mágicos siempre.

La Economía del Bien común, impulsada por el  economista austríaco Christian Felber, (no te pierdas su vídeo de 14 min.) y sobre la que ya os he hablado en otros post , ensalza los valores de las relaciones diarias, habla de confianza, cooperación, aprecio, democracia, solidaridad.

Qué bien suena y qué lejos estamos aún. Pero llegaremos y entonces veremos un poco ridículo y cortoplacista, agobiarnos por cuadrar el céntimo como fin en sí mismo. Nos parecerá un sin sentido esas noticias en los medios, que hablan de inversiones gigantescas  como si eso fuera sinónimo de trabajo bien hecho.

Valores EBC - El rendimiento de cuentas se corto para medir eficacia.
Valores de la Economía del Bien Común.

Es cierto, tengo que decir, que, en términos de calidad, rendir cuentas en los proyectos, está enfocado a que las partes interesadas y también la sociedad reciban información y valoren si se cumplen los compromisos adquiridos. Aunque esto ya me suena mejor, me parece que tampoco debe llevarnos de cabeza. No debíamos inundar las webs, con imágenes y cifras por mostrar al mundo todo lo que hemos hecho bien sólo para que los socios estén contentos.

Creo más transformador  y efectivo, trabajar la interacción estimulante, esa  relación que se produce, cuando a quien le cuentas lo que estás haciendo, le invitas a sentirse partícipe de la realidad, no sólo mostrando logros conseguidos con su dinero,  sino mostrando el camino, el proceso, las dudas, o los tropiezos, porque si ha puesto dinero, ha querido, creo, poner  compromiso sin connotación negativa, y, creámoslo, todos estamos en el ajo cuando le damos al botón de “aportar”.

Antes de acabar, quiero sugerir un documento que me parece interesantísimo porque realzan la credibilidad en las organizaciones sociales y describe muy bien otros valores más allá de los económicos para darnos pistas si la organización por la que apostamos, trabaja con ética para la verdadera transformación social.

Hablo del código de conducta que las mismas ONGDS redactaron y subscriben, y que está alojada en la página de la Coordinadora de organizaciones de la cooperación para el desarrollo.

Si llegas a ojearlo y quieres que lo comentemos o que charlemos de métodos bonitos y fructíferos para rendir cuentas no dejes de escribirme, como siempre, estaré encantada de contestarte.

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