Empezando con fuerza septiembre (vamos a evitar la nostalgia de decir “acabando agosto”), he querido recuperar este post que escribí en el 2019 porque sigo creyendo que no hay otra, que la unión, las sinergias positivas, la voluntad compartida, es la vía para encontrar soluciones a casi todo.
Lo tenemos tan cerca, y lo utilizamos aún tan poco, que cuando formamos cadenas humanas de complicidad (vaya acción bonita la de este finde abrazando el Mar Menor), a muchos nos emociona hasta dejarnos sin habla. ¡Ay si fuéramos capaces de valorar la fuerza que tenemos cuando luchamos por el bien común dejando de lado las confrontaciones inútiles!
En Noviembre de hace dos años, escribí:
Qué acostumbrados estamos a que nos bombardeen, y por qué no admitirlo, a regodearnos nosotros mismos, en noticias catastrofistas que nos van sumiendo, sin tregua, en una espiral de desesperanza y frustración.
Sin embargo, quizás no le demos suficiente importancia a las muchas iniciativas que, en diferentes puntos del mundo, están ya mejorando la sociedad. Y no hablo de proyectos puntuales de acción social con poca visibilidad, me refiero a trabajos compartidos, a sinergias que mueven esperanzas.
Qué montón de buenas vibraciones y aprendizajes nos estamos perdiendo al no conocerlos, porque no se trata, de cuatro entusiastas tirando del carro, la realidad es que hay mucho pero poco visible, trabajo serio, amablemente compartido en las redes de las que hablo, en los ecosistemas de transformación social.
Menuda palabra bonita y poco utilizada. Qué bien si la pusiéramos de moda, oye. Si en vez de hablar de corrupción, de envidias, de malas prácticas medioambientales, por una vez, por unos días, fuéramos capaces de hablar de conciencias compartidas, de iniciativas de acción social y también empresariales que tienen como eje, de verdad, objetivos de justicia, de solidaridad, y de funcionar como un sistema ético que ayuda al prójimo como base para el beneficio de toda la sociedad.
Los ecosistemas de transformación social se sustentan y apoyan unos con otros. No pueden, ni quieren existir solos.
Se olvidan de los egocentrismos propios de una sociedad netamente capitalista y vuelven al origen del bien común.

De esto ya nos ha hablado mucho Christian Felber, seguro que lo conocéis. Y qué razón tiene.
Pero no hace falta pensar en sociedades de futuro muy evolucionadas que intuimos casi inalcanzables. No debiéramos entenderlo así.
El jueves pasado, asistí a los premios de reconocimiento de la calidad que otorgaba el instituto para la calidad de las ONG (ICONG) del que ya os he hablado en otros post. Claro, fue el sitio perfecto para reflexionar sobre sinergias, trabajo en red y sobre todo de ilusiones compartidas. Fue inevitable, sentir complicidad con cada uno de los premiados, ONG Aprocor, ONG Autismo Cádiz, pero también con cada uno de los ponentes, Jose Antonio Padrino de CAID Getafe, Nacho Ares, Pilar Casals de Inthemove o Jaume Gurt que nos transformó un poco a todos alentando la escucha activa y el practicar el “gracias” como gesto cotidiano, y por supuesto con el equipo técnico del instituto, Ana Santa y Fabiola Gómez que con tanta delicadeza prepararon cada detalle.
Lo mismo me ocurrió ayer en el Colegio de Educadores Sociales de Murcia, que organizó, con entusiasmo y empeño como todo lo que hacen, la jornada “Acogida Internacional”, dirigida por Cruz Roja.
El trabajo de Cruz Roja, es pura energía en pro del bien común. Es trabajo en red del de verdad, del que salva obstáculos hasta en las situaciones más complicadas. Cómo aprendí y con qué ganas salí de de allí de gritar datos reales de inmigración y asilo que nada tienen que ver con la imagen que se proyectan en los medios y en los cerveceos entre amigos.
Qué bien que mis compañeros del colegio de educadores nos faciliten conocer las realidades sociales, porque tan importante son nuestras acciones como los mensajes que transmitimos. Y eso sólo se hace bien, sabiendo de qué hablas.
El bien común, los ecosistemas de transformación social, están aquí, bien cerquita; la decisión es nuestra de seguir en la espiral de desesperanza, egoísmo, difusión de datos sin contrarrestar, o, asomarnos a unos espacios mucho más amables que permiten mejorar la sociedad y nos tienen en cuenta a todos, vengas de donde vengas y tengas lo que tengas.
Así que ya sabes, si quieres que trabajemos en redes de apoyo o en cualquier proyecto que te ilusione escríbeme para buscar sinergias que nos ayuden a hacer más grande el ecosistema de transformación de nuestra sociedad.