Hace más de un año que escribo en el blog, y aunque no soy de aniversarios, he pasado semanas buscando algo especial que compartir en mi rincón de las sonrisas.
He querido que fuese algo bonito, algo que aportara un ratito de bienestar.
Y ha sido, en esa búsqueda con la inevitable batida por las sensaciones de tantos meses de escritura, donde me he reencontrado con muchas verdades.
Verdad es, que todo lo que supone la lucha contra la injusticia social, los proyectos que ayudan de una u otra forma a impulsar la integración de los colectivos más vulnerables, los pequeños avances o las ilusiones y esfuerzos compartidos de las ONG, tienen un punto de seducción que me ha enganchado desde siempre. Y verdad es que escribir sobre ello, era una meta agradable, un reto sin muchas pretensiones y casi una necesidad.
Sin embargo, si freno un segundo, (¡Ay que hábito más necesario y como lo hemos practicado de manera forzosa estos meses!) y reflexiono sobre lo que realmente me ha motivado día a día, reconozco sin dudar, que es, la libertad de pensamiento que encuentro en los amigos y compañeros de entidades sociales y también en los que, sin participar directamente, aportan mucho con su empatía sincera.
Pero es que, además, existe una habilidad común y genial, en todos ellos.
Se llama inteligencia existencial, y es esa de la que habla el psicólogo del que ya os he contado en otros post, Howard Gardner y que define como algo más, incluso, que la intrapersonal.
Es aquella poco conocida pero que yo percibo como asombrosa porque es la que desarrollan los que son capaces de pensar de manera natural en lo magnífico de la globalidad, de la diversidad.
Es la también la llamada la novena inteligencia, o inteligencia cósmica. Que vaya tela, el nombrecito, pero es que sí, el cosmos, rodeado habitualmente de misticismo, tiene una parte tan cercana y terrenal como lo es, la existencia de nosotros, humanos, en el universo, o lo que es lo mismo, la obviedad de que todos, sin importar que tengas más, hayas nacido aquí o allá, formamos parte de algo inmenso y compartido.
Yo entiendo la inteligencia existencial, como aquella que descubre belleza en lo diferente, que no entiende de prejuicios y que, si los experimenta, reflexiona sin pudor el porqué de ellos, consciente de que somos una hormiguita en la inmensidad de un mundo sin fronteras.
Es, por ponerla en contexto, esa inteligencia que no nos mantiene enjaulados ni con el virus peor de la historia reciente acechando.
Porque si algo tengo claro, es que el Covid 19 y toda la falta de libertades que tanto nos ha hecho llevarnos las manos a la cabeza, no ha sido ni será nuestra peor jaula.
Sacarnos de nuestros barrotes de creencias y prejuicios, acercarnos a los demás, con ojos abiertos de aprendizaje y comprensión, es, una decisión de libertad de cada uno de nosotros y mis homenajeados lo hacen con esa facilidad maravillosa del que no tiene, de serie, complejos ni barrotes que limiten su visión global.
Mi regalo para todos los inteligentes existenciales que han aparecido en mi post de estos 12 meses y a los que, sin ser nombrados, saben que están, es una pequeña obra de arte, un álbum ilustrado por Edu Floresde la editorial Apila, un equipo de artistas que también entran dentro de mis listas de seres libres con la novena inteligencia muy desarrollada.

El pájaro de las dos jaulas, es un libro lleno de magia y que cuenta con poco texto y muchos dibujos maravillosos la belleza de un mundo diverso y apasionante si sabes apreciarlo. Habla de dejar de mirarnos el ombligo creyéndonos no sé qué ventaja sobre los demás Transmite con la sutileza de quien no necesita decir nada de forma explícita, los beneficios de salir de nuestra rigidez mental, de nuestros “cerebros de cemento”.
Si lo he escogido para agradecer estos doce meses de complicidad, es, además de por lo oportuno y contundente del mensaje, porque refleja a la perfección, la meditación-lectura de la que tantas veces os he hablado en este rincón y que tanto me gusta. Esa que me deja un ratito pensativa, que me aporta, esa que me relaja mucho más que cualquier otra terapia sobresabida.
Lo he disfrutado muchísimo y me encantaría que vosotros, lectores, amigos del blog, me aceptarais la sugerencia, para un ratito de paz.
Sería genial que lo escogierais para un hueco en el tiempo de lectura sosegada fuera de la jaula en la que sé, nunca estuvisteis encerrados.
Si después de aceptar mi regalo os apetece que charlemos sobre ello, ya sabéis cómo hacer. Unas palabras en comentarios y contestaré feliz, tan pronto como pueda.